domingo, 7 de noviembre de 2010

VIAJANDO AL INTERIOR DE GUILIN



Tenía ciertos temores por una irregularidad en mi billete de avión, pero finalmente pude coger mi vuelo a Guilin. Volé con China Eastern Airlines, y todo fue perfecto. Nada que envidiar a las grandes compañías europeas.

A mi llegada a Guilin, en el mismo aeropuerto encontré a los estafadores profesionales,  auténticos ladrones, que se enmascaran bajo tiernas sonrisas y que no dudan en “timar” al occidental que encuentran en su camino.
Tienen un mostrador con una gran letrero que reza “tourism information”, al preguntarles si era una empresa privada o del gobierno me dijeron que eran del gobierno, algo que en pocos minutos comprobé que no era cierto ya que solo querían venderme caras excursiones.



 Es la historia de siempre, la mayoría de los touroperadores chinos se hacen pasar por oficinas de turismo, por ello hay que tener mucho cuidado con esta gentuza. Finalmente pase de ellos y cogi el primer autobús a Guilin, que por solo 2 euros me dejo cerca de mi hostal, a una media hora del aeropuerto.



Guilin se encuentra en el sureste de China y sus alrededores, junto a la población de Yangshuo, representan una de las estampas mas hermosas conocidas de la China profunda. Lamentablemente estaba resfriado y con un poco de fiebre, pero el paracetamol que estoy tomando, me permitió disfrutar de la estancia en este entorno paisajístico.


La ciudad de Guilin a primera vista (luego explico porque) no tiene mucho que ofrecer, sin embargo sus alrededores son espectaculares. Como solo tengo dos días en Guilin, decidí aprovecharlos al máximo. A primera hora de la mañana visité la ciudad, y comprobé la gran pasión que tienen por el baile sus gentes. Junto al rio Li, decenas de personas aprenden a bailar dirigidos por bailarines profesionales, y mientras, abajo en el río, un pescador pesca desde su pequeña balsa de bambú. 


Pero esto no solo se hace en esa zona, en cualquier parte de la ciudad puedes encontrar esta peculiar estampa.

La cueva "Red Flute"


A las afueras de la ciudad, no muy lejos se encuentra una cueva “Reed Flute Cave”, unas de las cuevas mas hermosas de China y a la que me dirijo en un autobús urbano, antes de que cierre al atardecer. La entrada a la cueva es cara, como todo lo turístico en este país, 90 yuanes, poco mas de nueve euros, pero ha valido la pena.


La cueva combina de manera perfecta la iluminación, creando así, un ambiente casi mágico, donde cada bóveda, adquiere un colorido espectacular. El recorrido por la cueva no dura mas de una hora, y siempre se hace acompañado por un guía de la entrada.








 Barbacue Style China



Estaba atardeciendo y la mayoría de los hostales suelen hacer fiestas para estrechar lazos entre los que ahí nos encontramos y si en Shangai me apunte a la de Halloween, en el hostal en el que me encontraba no podía faltar a la “Barbacue Style China”, así pues por solo tres euros cene gran cantidad de carnes (no había perro) y además conocí a otros “mochileros” que como yo, estaban recorriendo Asia.


Casi todos los que estaban en mi mesa eran norteamericanos y estuvimos debatiendo sobre, según ellos, el “comunista” de Obama y el estilo de vida americano…creo que la palabra freedom la escuche como un centenar de veces. Me da la impresión de que estos eran mas bien republicanos…perdón muy republicanos, pero he de reconocer que lo pase genial y se nos hicieron las dos de la mañana sin apenas darnos cuenta, y eso que empezamos a cenar a las siete y media de la tarde.

Los Arrozales


Al día siguiente decidí visitar los famosos arrozales. Bueno esperaba mucho mas, pero es como todo, en primavera los arrozales son hermosos, pero en esta época del año, las terrazas de arroz como aquí se les conoce, aunque son impresionantes dejaban un poco que desear, ya que sus colores no eran los que se ven en las guías turísticas. Aun así la excursión valió la pena, ya que no fue esa la única visita que hice.

 Primero me dirigí a una pequeña aldea a dos horas de Guilin, llamada Huang Luo, es la aldea mejor conservada de la zona, donde sus habitantes viven de los turistas. La aldea esta bien, huele a leña quemada y se accede a ella por un frágil puente de madera. Pero esto era solo una parada en el camino. Desde allí me dirigí a las terrazas de arroz ubicadas en la población de Ping An, un precioso pueblo en lo alto de una colina, rodeado de cientos de terrazas de arroz y al que hay que ascender durante veinte minutos a pie para disfrutar de su esplendor.



Es la fotografía perfecta de la China mas real que todos conocemos. Portadores llevando a turistas, callejones estrechos, casi indefinidos, mujeres cocinando el arroz en tronco de bambú (aquí el bambú esta en todas partes), los hombres trabajando la madera, algo que parece preparado, pero que es completamente real.



Decidí comer en un restaurante del pueblo comida regional, y fue una idea perfecta. Me acompañaban en la mesa otros turistas chinos, con los que acabe compartiendo platos y los cuales me invitaron a comer el bai xiang guo, un fruto amarillo autóctono de la región y que tiene un sabor muy dulce. Mi primer plato fue arroz frito en bambú y de segundo pedí pollo en caña de bambú. Ambos platos estaban deliciosos y acompañados con agua caliente (aquí en China se bebe agua caliente para todo), eran el menú perfecto. El precio total poco mas de cinco euros.



Luego al acabar ascendí a la cima del pueblo, donde se podían ver los extensos bancales de arroz y lugareñas con vestidos tradicionales intentando hacerse la foto con los turistas, eso si a un módico precio de un euro. Seguidamente me dirigí a Yi Jiang, un complejo realmente turístico, algo que no esperaba y que le dio un toque un poco agridulce a la excursión.


 Al contrario que en Ping An, en esta población, todo era meticulosamente perfecto, extremadamente comercial, pero el motivo era obvio, atraían a los turistas con la excusa de que aquí viven las mujeres con el pelo mas largo del mundo. Hasta los 18 años se lo cortan, pero cumplida esa edad, no se lo vuelven a cortar jamás. Lo lavan a diario y jamás utilizan ningún tipo de champú ni producto químico.




Pero la puesta en escena era clara. Tras acceder al pueblo en una barca de bambú, te recibían con cánticos y bailes, y se exhibían peinando sus largas melenas, las que posteriormente enrollaban sobre sus cabezas.

Luego nos reunían a todos los turistas en el centro del pueblo, donde bailaban danzas tradicionales. Seguidamente te dejaban pasear por el pueblo para que te gastaras el dinero que quieras comprando sus baratijas.




 Esa fue la parte menos real, la mas comercial y la que menos me gusto.

De todas maneras, el lugar era majestuoso, rodeado por ríos y lagos y con una vegetación hermosa.



Ya había anochecido y me quedaban pocas horas en Guilin, y antes de partir hacía Yangshuo, decidí descubrir la ciudad de noche y al principio de este capitulo, comenté que a primera vista no tenía mucho que ofrecer, pero sin duda, Guilin cambia completamente al anochecer.


Sus calles se llenan de color al iluminarse todos sus parques, sus pagodas, sus puentes y hay un bullicio que resulta hasta hermoso.




En las calles se pueden ver representaciones teatrales, conciertos musicales e incluso un enorme rastro que casi cruza la ciudad. Fue la guinda al día perfecto. Me despedía de Guilin, para dirigirme a la mañana siguiente en una barca de bambú, hacía Yangsuo.