jueves, 11 de noviembre de 2010

HONG KONG, OTRA MARAVILLA DEL MUNDO



Dia treinta desde que inicié este viaje. Me despido de China y lo hago a lomos del tren-cama que une la ciudad de Guilin y Shenzhen, esta ultima fronteriza con Hong Kong. A primera hora de la mañana y sin haber conseguido dormir mas de dos horas seguidas, gracias a un bebe que no paraba de llorar a un metro de mi, llego a Shenzhen, ciudad que me conecta directamente a pie con la región de Hong Kong.

Hong Kong es la ciudad con mas habitantes por metro cuadrado del mundo y no es de extrañar, ya que cuando uno pisa sus calles, se encuentra rodeado por cientos de personas allá por donde ande. Hong Kong además de ser una ciudad, es también una región administrativa especial de China, casi como otro país.

Este pequeño país nada tiene que ver con la China que he visitado, pero para mi, su ciudad principal tiene un gran parecido a la ciudad china de Shangai. Cientos de rascacielos llenan la ciudad y sus calles son mas bien una copia de las de Chicago o Nueva York. La vida mas cara que en China, pero mas barata que en España y el lujo, una vez mas presente en esta parte del sureste asiático. Hasta siete Rolls Royce conté anoche llegando y saliendo del Hotel Península. Sus calles son un ir y venir de gentes, y lo mejor esta en su puerto, ya que todos los días a las ocho de la noche, además de disfrutar del Skyline de la ciudad, uno se queda poco menos que estupefacto al descubrir que la inmensa mayoría de los rascacielos del centro financiero, son participes de un show en el que la música y las luces son sus principales ingredientes en la misma bahia de Hong Kong.


Otro espectáculo que sorprende, que maravilla y que intento comprender,  y es que, como es posible que detrás de la seriedad que se respira en estos edificios financieros, se haya colado el humor y la música de la ciudad de Hong Kong.

Antes de seguir con lo que hay que ver y hacer en esta ciudad, he de comentar que en un foro de viajes, leí que si uno cuando iba a Hong Kong, no dormía en sus “mansiones” no podía decir que no había estado en Hong Kong. Consulte en Internet los precios de pasar la noche en estas “mansiones” y vi que era bastante barato, por lo que reserve dos noches en el centro de la ciudad. Aunque las fotos no me decían mucho daba la impresión que las susodichas mansiones no eran tales. Cual es mi sorpresa al llegar a la Mansión, cuando descubro que es el peor tugurio en el que jamás había dormido. Son famosas porque llevan aquí toda la vida, pero os lo digo de corazón, si alguna vez venís a Hong Kong, evitarlas a toda costa, eso, o preparaos para regresar a los mas oscuros años sesenta. Comparto habitación con un escritor americano alcohólico y con un canadiense que dice haberlo perdido todo en la vida. Como veis, personajes de novela negra, que gracias a Dios al menos son bastante agradables, eso si, el alcohólico, por mas que le insisto que no me gusta el alcohol, no para de hablarme de los precios del vino valenciano (me ha enseñado una botella de Font de la Figuera) y de las virtudes del Martini. Bueno, es parte de esta aventura, no solo iba a conocer a jóvenes interesados en política.

Pero continuando, mi estancia en Hong Kong es corta por lo que tengo que ser muy concreto respecto a lo que quiero ver en los dos días que voy a estar en la ciudad. Tras pasear por Nathan Road, calle comercial donde uno puede encontrar todo lo que a tecnología se refiere por muy poco dinero, pero de dudosa calidad, me dirijo directamente a la Avenida de las Estrellas, junto al puerto y cuyo fondo tiene el Ski Lynne de la ciudad, para encontrarme con la estatua de bronce de Bruce Lee, el famoso actor de karate que a pesar de haber nacido en San Francisco, tiene raíces por parte de sus padres con Hong Kong y su estatua es considerada uno de los símbolos principales de esta ciudad. Vale la pena pasear por este paseo y descubrir la placa de Bruce Lee o las huellas de Jackie Chan.

Después me embarco en el Ferry que te lleva a la parte financiera de la ciudad y que se encuentra enfrente de la península de Kowloon . El precio es de solo 2 dólares de Hong Kong, poco menos de 20 céntimos de euro. Al llegar a la parte financiera me doy cuenta de que es literalmente imposible andar por sus calles. Toda la parte financiera esta unida por pasarelas donde los peatones nos movemos entrando y saliendo de los rascacielos. Es algo insólito, es la primera ciudad que visito en mi vida, en la que he de desplazarme cruzando sus rascacielos por sus primeros pisos y no haciéndolo por la calle. Al principio puede ser desconcertante, pero enseguida le pillas el hilo, y cada vez que entras en uno de estos rascacielos, cientos de tiendas de lujo te acompañan en el recorrido. E insisto, es literalmente imposible hacerlo por tierra.

Me dirijo entonces a la escalera mecánica Record Guiness por ser la escalera mecánica mas larga del mundo, situada enfrente de Central, el puerto donde embarcan los pasajeros del Ferry. Con 800 metros de largo y un ascenso de 135 metros, os podéis hacer una idea de la pequeña paliza que me he dado. Nada especial, pero es interesante verla.

Seguidamente cojo un tranvía. Es una buena manera de ver la ciudad por solo 20 céntimos de euro. El tranvía recorre todo el centro financiero, así como los lugares mas conocidos e interesantes, pero recalco que no hace una ruta continua, hay que coger otro tranvia si decides regresar al punto de salida. Si lo cogeis en vuestra visita, no dudéis en subir al piso de arriba, vale la pena y ademas la vista es muy buena.


Pero ahora viene lo que para mi sin duda es lo mejor de Hong Kong. Es mi segundo día aquí y me vais a permitir una pequeña introducción. Siendo niño, allá por el setenta y algo, me encantaba ver fotografías de un libro llamado “Maravillas del Mundo”. Creo que por culpa de ese libro nació mi afición a viajar. Bueno el caso es, que en ese libro había una fotografía que me fascinaba por encima de cualquier otra, era la de un Buda gigante, en algún lugar del mundo y al cual se podía acceder por una puerta lateral. Ese Buda es el Buda más grande del mundo y se encuentra en la Isla de Landau, junto a la isla de Hong Kong. Por lo tanto tenía motivos más que suficientes para ir a visitarlo, cumplía un sueño de niño y a la vez, veía una maravilla del mundo. Este Buda de bronce, esta sentado al aire libre y descansa sereno sobre la altiplanicie de Ngong Ping en medio del espléndido paisaje de montaña de la isla de Lantau.

La majestuosa figura tiene 34 metros de altura,  y el trabajo de fundición duró más de 10 años. Para visitarlo es muy sencillo. Se puede llegar a el en metro, ya que hay conexión entre las islas por este medio de transporte. Luego, hay que coger un teleférico, donde por la cantidad de 10 euros, tienes unas vistas increíbles de la isla, así como el viaje de ida y vuelta y  que te dejara a pocos metros del Buda. Las fotos lo dicen todo. No es un Buda mas, como digo es una maravilla del mundo.

Junto al Buda se puede también visitar un Templo budista, del cual no pongo fotos, porque este no tiene mucho que ofrecer. Mas de lo mismo, pero no deja de ser una visita obligada, ya que se encuentra a pocos metros del gigante Buda.




Y con esto termino mi recorrido por Hong Kong. Creo que este “pequeño país” es para obligada si uno esta en el sureste asiático, pero tampoco es necesario pasar mas de tres días en el si uno va escaso de tiempo.

Mañana un nuevo día, y un nuevo país, Singapur, lugar en el que me han dicho que no es necesario estar tampoco mas de dos días, por ello volveré a centrarme en mis visitas turísticas.